Es una auténtica leyenda de la relojería. Un icono que, sin discusión, ha marcado el tiempo de varias generaciones y que aún hoy sigue en plena forma.

Creado en 1963, el cronógrafo Daytona confirma el vínculo de Rolex con el automovilismo y todo lo que este conlleva: superación, tecnología y adrenalina. Esta emblemática colección hereda el nombre de la ciudad de Daytona, en Florida, cuya playa de arena dura era la superficie perfecta para batir límites de velocidad desde el año 1903. Cerca de 80 récords oficiales entre los que destacan hazañas como la de W. K. Vanderbilt (1904) a 148 km/h, Barney Oldfield a 210 km/h (1910), Ralph DePalma a 210 km/h (1919) o la histórica rivalidad de los británicos Malcolm Campbell y Henry Segrave, quiénes equiparon los automóviles con motores de avión para sobrepasar la barrera de los 321 km/h.

La importancia de Daytona como centro del automovilismo se mantuvo a lo largo del siglo. Allí nació la NASCAR (National Association for Stock Car Racing) y de la playa de arena se pasó a un circuito de alto nivel que reunía a la élite del automovilismo. En el seno de la competición deportiva nacería la Rolex 24 At Daytona, una de las carreras de resistencia más prestigiosas del mundo junto con las 24 Horas de Le Mans. La primera edición, Daytona Continental, se celebra en 1962, justo un año antes del lanzamiento del Cosmograph Daytona de Rolex. Pronto se convierte Rolex en Reloj Oficial de la Daytona International Speedway. El Cosmograph era el trofeo natural para el vencedor de la carrera, la recompensa suprema que corona a los vencedores. Para vincularse con el circuito americano, Rolex lo llamará Cosmograph Daytona.

El Oyster Perpetual Cosmograph Daytona cumple ya más de cincuenta años de historia y evolución. Técnicamente maduro, es un cronógrafo de alto rendimiento dirigido a los pilotos del automovilismo y está ejecutado al máximo detalle. Los contadores cronográficos en contraste del primer Cosmograph y la escala taquimétrica del bisel con la que medir la velocidad media con ayuda del segundero garantizan una perfecta legibilidad. Además, su robusta caja Oyster con el fondo y la corona enroscados, su movimiento mecánico de cuerda manual y su brazalete metálico confirman su fuerte componente técnico y su precisión. Con el tiempo el Cosmograph evoluciona introduciendo pulsadores enroscados, la inscripción de Daytona en la esfera (para simbolizar su vínculo con la competición automovilística) y nuevas versiones en la caja como la de oro amarillo de 18 K con certificado de cronómetro.

En la década de los 1960-1970, auge de los movimientos de cuarzo, Rolex desarrolla (1988) un nuevo calibre 4030 con volante de inercia variable, tornillos de ajuste Microstella y espiral con curva Breguet. Distinguido con la Certificación Oficial de Cronometría, el nuevo Daytona exhibe la inscripción Superlative Chronometer Officialy Certified y agranda el bisel y el tamaño de su caja a 40 mm. El Daytona se moderniza con nuevas agujas, índices y contadores resaltados en una esfera modernizada que apasiona más allá de las pistas de carreras.

Coincidiendo con el cambio del milenio, el nuevo Daytona (2000) incorpora movimiento automático de nueva generación, calibre 4130, con importantes desarrollos técnicos. Con esta potente maquinaria se respetaban las máximas de la colección –robustez, fiabilidad, eficiencia y precisión- y se añadía una funcionalidad más: la facilidad de mantenimiento. El cronógrafo superlativo seguía ostentando la corona regia para perpetuar su propia leyenda.