La relojería suiza pasa hoy por ciertas dificultades. La coyuntura no es favorable, la Bolsa juega al yo-yo y las monedas fuertes como el franco suizo sirven de refugio. Pero un aumento del valor del franco no es bueno para los productos suizos que, de golpe, resultan más caros. En estas condiciones, hay que ofrecer ventajas a los clientes para seducirles y esto puede ser más Swiss made en los relojes.

Además de su buena cronometría, su durabilidad y su diseño, los relojes suizos están inventados, desarrollados y realizados por especialistas de alto nivel en manufacturas instaladas en Suiza. Con su muy larga tradición de buena factura, la relojería helvética se ha construido una reputación de seriedad y de durabilidad de los guardatiempos producidos sobre su suelo. Sin embargo, los relojeros suizos no están solos en el mundo, por un lado, y por otro, algunos han renunciado a producir en Suiza, utilizando las posibilidades que les deja la actual reglamentación relativa al Swiss made. Una reglamentación que en su artículo 1 define que «Es considerado un reloj suizo cuando:

  1. El movimiento es suizo ;
  2. El movimiento se coloca en su caja en Suiza y
  3. Cuando el control final por el fabricante tiene lugar en Suiza».

El artículo 2 de esta ordenanza define que el movimiento suizo es considerado tal cuando:

  1. Está ensamblado en Suiza ;
  2. Está controlado por el fabricante en Suiza y
  3. Cuando al menos el 50% de su valor es de fabricación suiza».

Si esta normativa ha sido suficiente durante mucho tiempo, ya no lo es en la actualidad, pues la parte plenamente suiza de un reloj no es forzosamente mayoritaria. Las marcas relojeras, conscientes de los riesgos internacionales y de la obligación de calidad que deben desplegar en toda su producción, han pedido a las autoridades federales que legislen una nueva norma para aumentar la parte de fabricación enteramente suiza.

Es la Federación de la industria relojera la encargada de este dossier. Es ella quien ha realizado el trabajo para permitir al Parlamento tomar decisiones al respecto. Así, precisa la FH, se entiende por Swissness la revisión de la ley federal sobre la protección de las marcas y de las indicaciones de procedencia. Debido a que las condiciones de uso de estas indicaciones en general y de la designación suiza en particular no estaban reguladas en detalle hasta el momento, el Parlamento suizo aceptó esta revisión el 21 de junio de 2013.

Swissness introduce nuevos criterios que permiten determinar de manera más precisa la procedencia geográfica de un producto o de un servicio; dicho de otro modo, la ley define a partir de qué punto un producto puede reclamar su origen suizo.

Esta nueva base legal responde también a los deseos de los consumidores del mundo entero que, dispuestos a pagar más por relojes que llevan el sello Swiss made, esperan que, como es justo, sean mayoritariamente manufacturados en Suiza.

Por todas estas razones y desde el principio del trabajo legislativo, la industria relojera ha sostenido con determinación la idea de reforzar los criterios que definen la etiqueta Swiss made. Los nuevos criterios son diferentes para las distintas categorías de productos o servicios. Así, Swissness fija una tasa mínima del 60% de su valor para los productos industriales, entre los que se encuentran los relojes.

En materia de relojería, la adopción del Swissness implica la modificación de la ordenanza de aplicación existente, a saber, la norma que regula el uso del nombre Suisse para los relojes de 1971. En esta ordenanza se modifican y refuerzan, igualmente, los criterios de obtención de la etiqueta Swiss made para los relojes. Hay que saber que la relojería es la única rama de la industria suiza que dispone, actualmente, de tal ordenanza de aplicación. Este enfoque tiene básicamente tres objetivos:

  • garantizar la credibilidad y el valor del sello Swiss made durante mucho tiempo
  • garantizar la satisfación del consumidor que, al comprar un reloj Swiss made, que esté realmente fabricado en Suiza e integre un alto valor añadido de origen helvético
  • llenar un vacío legal con el fin de luchar más eficazmente contra los abusos

El principal cambio provocado por este proyecto consiste en precisar un criterio de valor mínimo para el reloj y no únicamente para el movimiento. Así, para ser merecedor del sello Swiss made, un reloj deberá satisfacer la exigencia de un 60% mínimo del valor suizo.

Las exigencias actuales como la incorporación de un movimiento suizo, su inclusión en la caja y el control final en Suiza se mantienen. Pero ahora, además, la definición del movimiento suizo pasa también al 60% mínimo del valor (contra el 50% actualmente). Se añaden nuevos criterios de cálculo al valor suizo como los costes de investigación y desarrollo o de certificación.

Como se aprecia, el trabajo de la Federación de la industria relojera ha sido importante y ha sido una buena lucha que consiguiera llevar sus deseos y reivindicaciones al Parlamento. Este último ha fijado la entrada en vigor de estas nuevas disposiciones para el 1 de enero de 2017, es decir, en menos de un año. Por supuesto, habrá un periodo de carencia para que las marcas puedan ponerse al día y cumplir estas nuevas normas.

A pesar de esto, hay que destacar que si los grandes grupos y las marcas de prestigio han peleado por aumentar la parte de Swiss made en los relojes, muchas pequeñas marcas han puesto el grito en el cielo argumentando que estos cambios costarán demasiado caros y que les pondrán en serias dificultades. Ocurre que, justamente entre estas marcas, la tendencia ha sido, durante decenios, la de utilizar al máximo las posibilidades de fabricar en el extranjero para tener costes de producción bajos. Así, no es exagerado decir que bastantes de ellas no llegan ni siquiera a cumplir el 50% exigido hoy día.

Actualizarse al 60% de aquí a final de año, cuando los negocios están muy difíciles, nos parece extremadamente ambicioso y, sin duda, muy caro. Sin embargo, los fabricantes de relojes en Suiza deben comprenderlo. No alinearse con este enfoque empresarial y con las nuevas directrices legales sería una condena a muerte, pues los amantes de la relojería suiza valoran mucho la parte helvética de la producción. No respetar este interés sería como disuadirles de continuar su relación con el mundo suizo de la medida del tiempo.