Si hace un par de meses les contábamos que el panorama no estaba del todo despejado en nuestro país y que la incertidumbre era la tónica general en la pequeña comunidad relojera española, hoy la constatación de aquellas palabras -casi proféticas- es aún más evidente. Aunque en los primeros nueve meses del año las ventas de relojes suizos en España han crecido ligeramente respecto al año anterior (apenas un 1,6%), tras el verano, el incipiente optimismo se ha desplomado. Y es que las ventas de estos productos han caído casi un 16% respecto a 2016 y un 27% respecto a 2015. Unas cifras poco halagüeñas, sin duda.

Pero más allá de los números, que aunque importantes, son volubles, parece que el desasosiego se ha instalado en el suelo patrio. Las causas pueden ser múltiples y casi de todos los gustos. Desde una inestable situación política hasta una casi endémica crisis económica que se resiste a abandonarnos. Y todo en vísperas de Navidad, el período del año más consumista por excelencia, y en el que marcas, distribuidores y puntos de venta confiaban para levantar el sector y animar las ventas. Pero ya se sabe que al dinero, caprichoso y temeroso, no le gusta correr riesgos, o al menos no en su país de origen.

La situación en nuestros países vecinos es muy variada. Así, mientras Francia, Alemania e Italia siguen en números negativos en lo que a la compra de relojes helvéticos se refiere, Gran Bretaña, Portugal, Holanda e incluso la denostada Grecia parecen mantenerse firmes en este sector con crecimientos de dos dígitos. No cabe duda de que Asia sigue tirando de la demanda. El 50% de las exportaciones suizas de relojes tienen a este continente como destino, mientras Europa representa el 34% y América en su conjunto el 14%.

Lo cierto es que, tras dos años de sufrimiento en los que casi todo ha estado en tela de juicio, la relojería helvética proclama a los cuatro vientos que su industria ha salido definitivamente de la crisis y la recuperación -tras siete meses consecutivos al alza- es un hecho. Confiemos en que estos buenos datos en el país alpino aporten un poco más de alegría y dinamismo más allá de sus fronteras. No nos vendría nada mal que las marcas trasladaran un poco de esa alegría a nuestro país y volvieran a invertir y abandonaran los recortes de presupuesto si quieren de verdad aumentar sus ventas. Pero aún así, justo es reconocer que este año que está a punto de terminar nos deja interesantes y bonitos relojes, a veces excepcionales.