Es un hecho establecido: nunca la relojería suiza había alcanzado tal resultado anual. Si 2013 fue calificado como millésime de todos los récords, 2014 fue aún mejor. Aunque no es mucho, es importante, ya que el volumen de negocios aumentó un 1,9% respecto al año anterior. Pero detrás de este nuevo récord, la crisis amenaza seriamente.

Generalmente, el período de BaselWorld corresponde a una intensa satisfación de los relojeros que se felicitan por haber sido tan buenos durante el pasado ejercicio. En este entusiasmo, algunos no dudan en mentir afirmando que han realizado una progresión de dos cifras. Y para confirmarlo, precisan que durante ese salón vendieron más del 60% de su producción anual. Todos aquellos que no conocen el mundo de la relojería les envidian. Algunos van a invertir incluso en sociedades relojeras de proclamado éxito brillante. De todos modos, esta práctica es muy sorprendente pues, en cuanto el capital extranjero es colocado en la marca, su gestión debe ser más rigurosa y no les escuchamos hablar prácticamente, salvo al oído de los inversores que no pueden más que seguir poniendo dinero para evitar la bancarrota. Por tanto, se comprende a aquellos que dicen que poniendo cuatro relojeros independientes alrededor de una mesa se obtiene un póquer mentiroso…

Es un cuadro un poco pesimista, pensarán algunos. Es verdad, no es tranquilizador, pero es la verdad. Por supuesto, esta caricatura no es representativa de la mayor parte de la relojería, pues, por parte de los grupos, que están todos en bolsa, la proclamación de resultados globales es obligatoria y es difícil engañar.

Hemos dicho alto y claro que nunca antes la relojería suiza había realizado tal cifra de negocio. Para que las cosas sean claras, hay que saber que la desaceleración no es debida solamente a la lucha contra la corrupción que el nuevo gobierno chino lleva a cabo en aquel país, sino que la marcha de los negocios se ha ralentizado también en muchos otros mercados. Ciertamente los Estados Unidos indican una progresión del 6,2% y Japón del 15,2%, lo que le sitúa en cuarta posición en el ranking de los mercados mundiales por orden de importancia. Dicho esto, hay que ver que los mercados de Alemania y Francia están en un retroceso superior al 6% y que el mercado chino se redujo en un 3,1%.

Ciertamente, esto no es aún la crisis, pero es una desaceleración muy molesta sobre todo porque el mercado suizo puede encontrarse desabastecido. Incluso los mejores puntos de venta, los más dinámicos –y conocemos algunos que hacían hace un año una cifra de 600 millones de francos suizos- han dejado de comprar relojes. Y esto concierne a todos los mercados, de arriba a abajo de la escala. Pues Suiza se ha convertido súbitamente en inaccesible para sus visitantes. La estúpida decisión de la Banca Nacional suiza de suprimir el acuerdo con el euro ha impulsado el valor del franco suizo hasta llegar a la paridad con la moneda europea. De hecho, para los extranjeros, los productos suizos has aumentado un 20%. Incluso los grandes coleccionistas, aquellos que pueden comprar cualquier reloj a cualquier precio en cualquier momento, incluso para estos ricos son caros. Miran el precio, comparan y cuando se trata de destinar 800.000 francos o un millón de francos suizos a la compra de un reloj, se dicen que economizar 200.000 francos sobre un millón bien vale la pena. En consecuencia, no lo compran en Suiza.

Es evidente que todos los que desean aprovechar su estancia en la verde Suiza para adquirir un reloj Swiss made, incluso a precio razonable, han renunciado también, pues si un coleccionista rico podría soportar un incremento de precio de entre un 10 y un 20%, según donde compre su reloj, una persona con medios más modestos y que sueña con llevar en su muñeca un guardatiempo suizo, no tendrá suficiente dinero para satisfacer su anhelo. Además, esta renuncia no afecta solamente a la adquisición de relojes en el país helvético, sino a todas las actividades relacionadas con el viaje e incluso a las fiestas chinas, tradicionales ocasiones de hacer o de hacerse regalos. Los turistas asiáticos se enfadan con Suiza.

En estas condiciones, se comprende que los animadores del mercado suizo de relojes estén un poco «fríos». En sí, Suiza es un pequeño mercado, pero emblemático y si los negocios se ralentizan fuertemente en este país, la relojería le seguirá. Y esto podría llevar a una reducción de los pedidos a los proveedores. Así, la espiral de paro y de pérdida de empleos se reanudará con el consiguiente sufrimiento.

Afortunadamente, por parte de los grupos, y fundamentalmente del Swatch Group, la desaceleración estaba contemplada y durante los buenos años se aprovisionaron de reservas. Gracias a esta política vigilante y a pesar de los vaivenes de la coyuntura o de la estupidez de la banca nacional suiza, el grupo podrá mantener el trabajo de sus 35.000 colaboradores. En la situación actual es todo un éxito, algo que se confirma por el aumento en la cifra de negocios de más de un 6% en el año pasado. Y es que, sin duda, una gestión rigurosa e inteligente da sus frutos a medio y largo plazo.