A finales del cuarto mes del año, las estadísticas relojeras demostraban que el descenso a los infiernos no había terminado. Las exportaciones de relojes suizos han permanecido en negativo durante estos cuatro meses, con una caída del -11,1% respecto a abril de 2015 y del -9,5% respecto al año anterior, alcanzando una cifra de 1.600 millones de francos. Durante estos cinco primeros meses del año, la cifra es menor que la de 2012.

La Federación de la industria relojera suiza, FH, se encarga, cada mes del año, de publicar la estadística realizada por las aduanas suizas que contabilizan las exportaciones de relojes. Dicho esto, conviene precisar que hablamos de los relojes que salen de Suiza y no de los relojes que se venden a los clientes finales. El matiz tiene su importancia, pues, en este sistema, hay que tener en cuenta las variaciones, que pueden ser importantes, relativas a la gestión de los stocks que duermen en las filiales de las sociedades helvéticas establecidas en el extranjero.

Así, la FH subraya en su comentario que «los relojes de metales preciosos han sido los más afectados y han tirado claramente a la baja el resultado final. Los guardatiempos de acero registraron un descenso menos marcado, pero también muy significativo. En volumen, los productos de acero y los que se agrupan bajo la categoría de “otros metales” han tenido fuertes caídas».

Y la FH añade: «El retroceso del valor es principalmente debido a los relojes de más de 3.000 francos suizos, precio de exportación, que habían resistido durante el primer trimestre del año. Cayeron tanto en valor como en número de piezas. El segmento de relojes cuyo precio va de 500 a 3.000 francos registró un crecimiento que no logró influenciar la tendencia negativa de los últimos meses. Finalmente, los relojes entre 200 y 500 francos suizos registraron un retroceso menos pronunciado que en el mes anterior».

En este sentido, hay que decir que la situación en los principales mercados no es precisamente brillante. Aunque los Estados Unidos, el segundo destino de la relojería suiza, ha experimentado una progresión del 1,2%, lo que no ha sido suficiente para tirar de los otros mercados, hay que reconocer que los otros grandes mercados siguen extremadamente deprimidos. Así, Hong Kong, que ocupa la primera plaza en las exportaciones relojeras helvéticas, disminuye sus compras en un 17% respecto al año pasado y en un 41,5% respecto a 2014. Unas cifras considerables. Japón ha disminuido sus compras de relojes suizos un 5,8% respecto a 2015 y un 11,3% con relación a 2014. Italia ha registrado una caída del 12,3%, Alemania del 11,1% y China se desploma con un retroceso del 36%, rivalizando en esta caída con Francia, que pierde un 31,4%. En lo que a España se refiere, la caída en estos primeros cuatro meses del año ha sido del 24,1%. Todo esto respecto a 2015.

Esta situación, aunque no es catastrófica, es, sin embargo, muy alarmante. Las marcas de relojes la acusa fuertemente, y tratan, por diferentes medios, de dar salida a sus stocks permitiendo descuentos faraónicos. Así, muchas marcas han comenzado a colaborar con los principales vendedores de paralelo, que, con el apoyo de Internet, venden relojes de manufactura a precios bajos.

Así las cosas, cuando los negocios van bien, se boicotea y se ningunea a los “paralelistas”, pero cuando la situación se deteriora, como ocurre ahora, algunas marcas les envían limusinas y les reciben en los mejores hoteles para convencerles de que distribuyan sus relojes en su red de Internet.

Como vemos, incluso en caso de dificultades, debo escribirlo, el dinero no huele para aquellos que hacen a menudo teorías sobre los descuentos que consienten ciertos detallistas. Esto no es bonito, pero se les perdonará si consiguen relanzar así un poco la máquina bajando los precios. Favorecerán así también el mantenimiento de puestos de trabajo, porque, si liquiden sus stocks, las marcas relojeras continuarán construyendo nuevos modelos. Con una frecuencia menor, cierto, pero ya se sabe que “mientras hay vida, hay esperanza”.

Así las cosas, hay que precisar también que el mercado suizo, el más representativo de la diversidad relojera, está igualmente debastado y muchos comercios de relojería ven los días pasar sin que ningún cliente franquee sus puertas. Esto no ayuda a dinamizar la industria.

Pero ésta no es la primera crisis de la relojería, y cada vez, se ha recuperado de todas sus dificultades. Este será también el caso en esta ocasión, ya que las marcas más serias hablan aquí y allá de una tímida recuperación o del retorno de turistas que tienen nuevas ganas de comprar un reloj. Hay que desear que tengan razón y que pronto se ponga freno a la caída de las exportaciones.